Desde hace unos años hacia aquí, he comprobado como aumentan significativamente los casos de personas con problemas de ansiedad debidos al estilo de vida que llevamos. Nos cargamos de obligaciones y nos olvidamos del descanso, el disfrute o simplemente la desconexión.
El ritmo de vida que llevamos tiene consecuencias a muchos niveles:
En nuestra calidad de vida: solo tenemos tiempo para cumplir con nuestras obligaciones, pero no para el descanso, el disfrute o el autocuidado.
En la calidad de lo que hacemos: Si no nos cuidamos y nos sentimos fuertes emocionalmente, nos va a costar más hacer las cosas y las vamos a hacer de peor calidad, por ejemplo, estudiar o trabajar.
En nuestras relaciones con las personas cercanas: Nuestro cansancio y nuestro estrés lo acabamos pagando con los demás, estamos más irritables, saltamos fácilmente, tenemos explosiones de ira, malas contestaciones.
En nuestra salud: tenemos problemas de ansiedad y estrés y eso repercute en posibles dolores de cabeza, musculares, problemas de estómago, por los que acabamos acudiendo a médicos una y otra vez porque no nos encuentran el origen de nuestro problema.
En la educación de nuestros hijos: somos modelos para nuestros hijos y actuando de esta forma perpetuamos ese estilo de vida.